Si te vas no vuelvas
debería haberle dicho. Porque parece que no le quedó muy claro, y piensa que soy esa casa que compró en la costa, la que está disponible en todo momento, la que la saca del ambiente agobiante de la ciudad, sólo por un tiempo.
El frasco de mentiras está a punto de reventar. Se lo dije, se lo avisé, no tolera una sola moneda más.
A ella no le importa, sólo se deja ser.
Y eso es lo más triste, aceptar que es la misma mentirosa compulsiva de siempre, y que yo no dejo de ser su casita cuatro ambientes de Mar del Plata.
No hay comentarios:
Publicar un comentario