febrero 26, 2014

Dejar ir

Hay personas que vienen a nuestra vida para cumplir una misión. Una vez cumplida, no queda más que la enseñanza, recuerdos, experiencia y el adiós
Del mismo dolor vendrá un nuevo amanecer dice la canción. Y es así, hasta que no lo sueltes, hasta que no le digas adiós a eso que ya cumplió su función en tu vida no vas a sanarte.
El ritual de dejar ir es muy difícil, es con paciencia, con tranquilidad, con positivismo, con esfuerzo. Va a estar lleno de falsas alarmas, de recaídas, pero un día estás ahí, con el alma llena, sin extrañar eso que ya no te hace falta, porque no se extraña algo que ya no sirve. 
Y puede que lo haya escrito millones de veces, y lo escribiré millones de veces más si es que me hace falta.
  Poder decir adiós es crecer.


febrero 25, 2014

El poder de los chicos malos


¿Por qué no podía ser yo la que se agachara para hacerme la sensual? 
Sus movimientos de madera me mataba de ganas. 
Los ojos achinados, fuertes, marcados. Las cejas masculinas, gruesas, llenas de autoridad. Los labios medianos que moría por deleitar, esa sonrisa cerrada que hacía que los ojos se le achinaran más.
Todo tomado, soñado, de negro, marcando ese diminuto cuerpo. Su pelo azabache remarcaba su piel amarillenta, esa luna llena en el pómulo que quería tocar. 
El humo que salía de su boca, me nublaba, me embobaba, me costaba respirar. El querer sentir ese aliento en mi ser, olvidando mis principios, mis gustos. Solo verlo saborear el chupetín y el cigarrillo me hacía volar. 
Como toca la viola, como se muerde la boca.
Y es un mujeriego, un antipático, pero lleno de encanto.
Es el poder de los chicos malos que nos debilita cada vez más.








Darte tiempo

Rescato de todo mi esfuerzo por superarlo que hoy me levanto y ya no pienso en él. Ojo, no es lo mismo durante la noche. La noche tiene una oscuridad que te atrapa en los peores pensamientos si es que la dejás, y me es inevitable. Pero durante la mañana ya no soy invadida por imágenes y recuerdos no deseados que por reacción automática mi cabeza elige la opción Rechazar. 
Hoy me levanto y puedo desayunar tranquilamente sin anclarle ningún motivo sentimental al té con leche. 
Bueno, está bien, puede que al viajar en el 126 me persigan sensaciones y olor a profilácticos con perfume, galletitas y sabor a Beldent de menta creados por mi mente. Pero cada vez es menos, cada día se arranca una página que ya no me sirve en nada. Y es inexplicable lo bien que se siente.
Qué lindo es superar. Tiempo al tiempo, dicen. 

Perderle rastro al ninja

La vida te saca lo que ya no sirve. Es un constante movimiento: Tomá, usalo, se queda, se va, te lo saco, te lo devuelvo. Y me gusta. El problema es cuando te hace el gran Oso. El amago, el rozarlo con la punta de los dedos mientras te imaginás vestida de blanco y un ramo de rosas rosas. Pero no, justo en ese instante que pisás la alfombra roja hacia el altar te lo saca la muy vueltera.
Y tu hombre de traje y moño se convierte un shinobi escurridizo y sexy, que baila frente a tu narizes con todas, hablándole al oído a todas, menos con vos, menos a vos.
Y ahí estás, cortándote la pollera, rompiéndote las medias y corriéndote el maquillaje.
Tal vez debería haber llevado el disfraz de novia abandonada y era más fácil. 


febrero 17, 2014

Revolviendo cajones

No llores, no llores de nuevo.
No llores por algo que no tiene retorno.
No llores, si no vale la pena llorar.
El tiempo pasa, las cosas cambian, las decepciones surgen, los silencios avanzan, las máscaras se caen, las cosas se ponen en su lugar, y un llanto no lo va a cambiar.

Por eso, no llores por querer tener lo que te hacía llorar. Mejor llorar por perderlo, que por estar y no poder tenerlo.

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Mi lugar en el mundo

Mi foto
Buenos Aires, Argentina

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