No llores por algo que no tiene retorno.
No llores, si no vale la pena llorar.
El tiempo pasa, las cosas cambian, las decepciones surgen, los silencios avanzan, las máscaras se caen, las cosas se ponen en su lugar, y un llanto no lo va a cambiar.
Por eso, no llores por querer tener lo que te hacía llorar. Mejor llorar por perderlo, que por estar y no poder tenerlo.
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