abril 11, 2010


Se acerca. Se acerca. Respiro entre cortadamente y cierro los ojos. No sé realmente si es real lo que estoy viviendo pero lo siento tan cercano: sus palabras, su respiración y sus miradas. ¿Me está mirando a mí o simplemente apunta la vista hacia mi lado?, ¿Le interesaré o tan solo pretende divertirse? A veces parece un espejismo. Tantas otras veces sentí lo mismo (Digo "sentí" porque siempre terminó siendo eso, un espejismo) y salí desilusionada. Las miradas no significan nada hasta que se transforman en algo y pueden ser inocuas y a la vez, dañar bien en lo profundo. Escarban en nuestro interior como si pretendiesen encontrar oro. "¿Oro?, ¡Si mi amor no vale más que un par de monedas!" A su vez, solo espero que se aleje. Siento miedo, un miedo que me paraliza. Se filtra por entre mis palabras y lo que salen son débiles susurros. No me oye, dudo que alguna vez lo haga. Pero igual lo miro con cara de desconcertada, como si la situación me fuese ajena. "¿Me estás hablando a mí o a la pared? Lo siento, bebé. Hoy tengo una cita con el Destino" Sí, lo único que me salen son excusas. ¿Qué le diré? o peor aún ¿Qué me diré a mí misma cuando se levante y salga por la puerta sin haberme dicho nada?

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